miércoles, 29 de octubre de 2008

incorporaciòn de tecnologias al cuuriculum escolar chileno


La incorporación de la Educación Tecnológica al currículum escolar chileno, responde a la necesidad de formar ciudadanos capaces de interactuar creativa y éticamente con los procesos que caracterizan el desarrollo tecnológico actual y que se manifiestan en la vida de la comunidad y en el trabajo. La Educación Tecnológica así concebida, es una formación propedéutica destinada a entregar conocimientos y destrezas requeridas para participar en la sociedad en un momento histórico, caracterizado por una continua ampliación de los dominios de acción y producción. El no entregarlos, nos amenaza con dejamos en una pasividad, que nos excluye del desarrollo e intercambio de nuevos modos de hacer en un contexto nacional e internacional, ampliando así la brecha de inequidad entre las personas y las naciones. En otras palabras, la Educación Tecnológica representa un esfuerzo del Estado, por incentivar y capacitar a los ciudadanos y ciudadanas, para una participación activa en el hacer. Este no es sólo un esfuerzo por dotar de trabajadores adecuados a las nuevas condiciones de las organizaciones productivas. Es, por sobre todo, un esfuerzo por dotar de destrezas a las personas para su participación, en un sentido amplio, en las actividades de la sociedad actual, que se caracteriza, entre otras variables, por velocidades de cambio, incertidumbre, trabajo colaborativo, globalización, preocupación por el impacto de las acciones, comunicaciones instantáneas, sobre oferta de información, cambios de contextos sociales y de trabajo. El desarrollo de un acercamiento sistemático a una práctica de participación responsable en el mundo artificial, corresponde a crear las bases para cambios en la cultura del hacer del país. Esta orientación hace necesario develar los diferentes roles con que las personas participan del ámbito tecnológico. El rol del usuario, del consumidor, del diseñador, y del productor constituyen relaciones entre personas que continuamente establecen nuevas formas y oportunidades de vida. Es a partir de experiencias que sitúan a los alumnos y alumnas en estas distintas perspectivas, lo que permite entregarles una visión amplia que dé cuenta de las complejidades del mundo tecnológico y las variadas capacidades requeridas para la acción individual y la participación social efectiva y responsable. Uno de los propósitos de la Educación Tecnológica es despertar a los estudiantes al mundo artificial como una realidad de objetos y servicios creada por personas y para personas. Es imprescindible la certeza de que es factible perfeccionar nuestro entorno y ajustarlo de acuerdo a nuestras necesidades, mediante nuestra propia intervención. Este despertar es el primer paso necesario para remontar desde la convivencia pasiva con objetos y servicios hacia un desarrollo de capacidades de intervención en la comunidad en que vivimos, más próxima o menos próxima.Esta comprensión, desarrollada y focalizada en los productos (objetos y servicios), se manifiesta por una parte, en el conocimiento de lenguajes técnicos asociados a las variadas formas de descripción y comunicación eficaces, necesarias para la concepción, diseño, producción y ofrecimiento a los usuarios. Pero esto no es suficiente. La necesaria complementación a esta visión de carácter tecnocéntrica, es la apropiación comprometida del hecho que la finalidad del acto creativo tecnológico, se refiere y afecta .. necesaria e inevitablemente a las personas y al ambiente, en ocasiones poniendo en riesgo su estabilidad. Esto último permite desarrollar una actitud crítica en tanto usuarios y consumidores frente a objetos y servicios, y establecer una perspectiva responsable de las consecuencias de usos y consumos de éstos en tanto diseñadores y productores. Esta comprensión dota a los actos tecnológicos de un cariz ético, completamente ausente en la perspectiva técnica. Los roles que hemos identificado nos permiten continuar profundizando la comprensión de nuestra participación en el mundo artificial y visualizar las consecuencias que se derivan de los actos tecnológicos en diversas dimensiones, tales como la calidad de vida, el entorno natural y artificial, el desarrollo de la comunidad, y el ambiente político, social y económico. Es la necesidad de absorber esta complejidad, la que devela que la naturaleza de la acción tecnológica exige un actuar coordinado en el tiempo y que las organizaciones potencian y posibilitan esta acción. La relación entre las personas adquiere un cariz diferente, los nuevos roles de un hacer complejo y coordinado son funcionales al logro de objetivos comunes en el caso de los proyectos, y funcionales a la mantención de la viabilidad en el caso de las organizaciones, para responder a demandas concretas que nacen de necesidades personales y sociales. Las habilidades y conocimientos asociados al funcionamiento de las organizaciones permiten una eficaz inserción en el mundo laboral. El logro de un adecuado equilibrio entre habilidades, reflexión sobre los actos tecnológicos realizados, intención de la acción tecnológica y responsabilidad por las consecuencias que de ella se deriven, permiten un actuar maduro en el mundo artificial. Este es el fin último de la introducción del sector de Educación Tecnológica en el currículum nacional.

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